En este blog encontrarás FanFictions de los videojuegos de Pokémon. Aunque no pretenden ser un relato de los mismos, contiene spoilers del argumento del juego, así que atención.
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lunes, 7 de enero de 2013

Cartas de Teselia (Capitulo 10)

Hola mamá…
Hoy ha sido un día horrible… Me siento tan estúpida, tan idiota e ingenua. He dejado que me hicieran algo horrible, y aún por encima, lo han tenido que pagar mis pokémons.
Y pensar que el día empezó tan bien… Después de desayunar me fui con mis pokémons a explorar nuevos rincones de la ciudad. Encontré la cafetería en un callejón apartado del ajetreo de la ciudad, pero no entré. Me pateé las calles enteras, visitando edificios y rincones.
Encontré a Cheren a la tarde cerca del puerto. Me acerqué, le saludé y estuvimos hablando un buen rato. Resulta que es un chico de lo más formal, aunque parecía un poco nervioso hablando conmigo. Me cae muy bien.
Hablando con él descubrí que Camus es un conocido artista de Ciudad Porcelana, y además es el Líder de Gimnasio de tipo bicho. Me sorprendí bastante. Cheren me dio instrucciones de cómo llegar al Gimnasio y cómo moverme por la ciudad, algo que agradecí.
Tras un rato de charla nos despedimos, y yo me quedé paseando por el embarcadero un rato. Estaba totalmente desierto, soplaba una brisa helada que no invitaba a quedarse mucho tiempo allí. Además, había un barco negro que me daba mala espina.
En un momento  vi a lo lejos a Camus caminando con una chica de pelo espeso y morado. Quise correr a saludarle cuando oí una voz a mi espalda que me llamaba. “Es ella”, escuché. Luego sentí un golpe fortísimo en la nuca que me dejó sin sentido.
Para cuando desperté estaba tumbada en una camilla del Centro Pokémon. La cabeza me dolía a horrores. Me fijé que la tenía vendada y un buen moratón en la nuca. Me despejé lentamente hasta que vi a Camus sentado en una silla cercana. Su gesto serio me puso en sobrealerta.
-Camus, ¿qué…?
Una sutil desviación de su mirada me hizo fijarme en la mesa cercana. Sobre ella estaban mi mochila y mis pokéballs. Y un mal presentimiento me escalofrió. Salté de la camilla y salí disparada a cogerlas.  Intenté abrirlas… pero estaban completamente vacías. Miré a Camus con espanto, y él no fue capaz de devolverme la mirada. Sin embargo, me explicó todo lo que sabía.
-Ese chico, Cheren, te encontró inconsciente tirada en el puerto con todas tus cosas esparcidas por el suelo, y tus pokéballs abiertas de par en par y totalmente vacías. Te trajo aquí y me llamó de inmediato. La policía se está encargando del caso ahora mismo, pero el tuyo no parece ser el único. Se están dando situaciones así por toda la región…
-Plasma…-musité.
Camus pareció sorprenderse. Yo no pude evitar que mis ojos se envidriasen, pero mi mente se aclaraba por segundos.
-¡Ha sido ese maldito Equipo Plasma! ¡Ellos se han llevado a mis pokémon! Con esa absurda teoría de la liberación de los pokémons… ¡Tengo que detenerlos!
-Detente. En tu estado y sin pokémons no puedes hace nada-me paró Camus-. Solo te pondrías en peligro. Y estorbarías. Quédate en el Centro Pokémon y deja que yo y la policía nos encarguemos de esto.
No negué nada porque sabía que tenía razón. No retuve las lágrimas, lágrimas de frustración e ira.
No puedo hacer absolutamente nada, encerrada dentro del Centro Pokémon sin poder salir. La policía, Cheren, Camus y el resto de entrenadores están revisando la ciudad de arriba abajo. La enfermera Joy y un par de entrenadores que, por la simple fuerza que emiten, intuyo que trabajan en el gimnasio me tienen vigilada las 24 horas del día por si se me ocurre intentar hacer de las mías. Intentar hacer algo por mi cuenta es inútil, y sé que te enfadarías un montón conmigo si hago alguna tontería peligrosa. Me siento tan inútil e idiota. Snivy llevaba razón, son una entrenadora estúpida, ingenua, confiada y egocéntrica. No merezco el título de entrenadora pokémon. Debería renunciar…
Creo que me voy a ir a la cama, aunque seguramente no podré dormir. Pero es lo único que puedo hacer ahora mismo. Te escribiré pronto, en cuanto tenga buenas o malas noticias. Quizá vuelva a casa…
Hasta pronto, mamá...



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