¡Mamá!
Han pasado bastantes cosas desde mi última carta. Verás…
Cheren, Camus y la policía se estuvieron encargando de
buscar al Equipo Plasma. Incluso pusieron controles en las salidas de la
ciudad. Mientras, me dejaron a cargo de Iris, la chica de pelo morado que
estaba con Camus el día que me robaron mis pokémon. Es una vieja conocida de
Camus y también es entrenadora. Y más fuerte que yo a pesar de ser más joven…
Iris ha hecho de “niñera” conmigo. Ha estado actuando de
guardaespaldas acompañándome a salir un rato de paseo. Me iba al puerto y me
quedaba mirando la corriente y el horizonte, bien pensando en mi debilidad e
ineptitud, bien dejando la mente en blanco. Por cierto, hace mal tiempo por
aquí. El cielo está gris oscuro y amenaza tormenta. Similar a mi estado de
humor…
Hoy salimos a dar una vuelta. Había una humedad incómoda en
el aire que anunciaba lluvia. Y no tardó mucho en aparecer. Pero yo estada
demasiado ensimismada en el mar para hacer caso. Iris me gritó que nos
fuésemos, cubriéndose cómo podía, pero yo no le hice caso, ida. Tuvo que
zarandearme para que reaccionase. Entonces caí en la cuenta de estaba empapada,
e Iris iba por el mismo camino. Asentí y decidí que era mejor volver.
Hasta que vi algo fugazmente familiar correr por la calle.
Sin pensarlo, eché a correr por la acera mojada sin dar más
explicaciones. Iris tardó un segundo en reaccionar que me dio ventaja. Salió
tras de mí. Crucé toda la ciudad hasta la calle más oeste. Nos cruzamos con
Camus y Cheren, que se unieron a la caza. Cheren logró darme alcance y pararme
los pies agarrándome fuerte y paralizándome por completo.
-¡¡¡Suéltame!!!-le grité, realmente furiosa.
-¡Cálmate!
Tuve que bajar las revoluciones para que me soltase. Aún
brillaba ira en mis ojos.
-¡Los he visto!
-¿Qué?
-Al Equipo Plasma, idiotas. He hecho en cinco minutos lo que
vosotros, incompetentes, lleváis días buscando. ¿Acaso no tenéis ojos en la
cara?
De golpe me di cuenta de que estaba siendo increíblemente
grosera. Los rostros del resto parecían realmente dolidos. Pero estaba
demasiado furiosa. Me carcomía el odio.
-Están vestidos de paisano, pero puedo reconocer a esos
sucios ladrones en cualquier lado… Sé que están en esta calle, los he visto
esconderse en algún lado de esta travesía. Pero no he podido ver dónde
exactamente se han ocultado. Dejadme ayudar en esto, solo en esto…
Un poco reacios, me dejaron echar una mano. Nos recorrimos
la calle de arriba abajo, comprobando de reojo todas las esquinas y recovecos.
Al final de la calle había un par de hombres reposados ante la puerta de un
edificio. Y no me costó identificarlos. Salí disparada y me abalancé al cuello
de uno de ellos. Cheren me agarró, apartándome de un tirón de él. Yo me puse a
chillar increíblemente enfadada, ordenándoles con lágrimas en los ojos que me
devolviesen a mis pokémon. Camus me pidió que me calmase y entabló una batalla
junto a Iris para obligarles a dejarnos pasar. Cheren me forzó a tomar aire, y
yo aclaré mi cabeza para pensar con sentido común a pesar del enfado.
Entre Camus e Iris acabaron rápido con los soldados y
pudimos entrar. Dentro había toda una guardia de soldados escoltando a tres hombres
con capas austeras. Reconocí rápidamente a Ghechis entre los otros dos. Ninguno
era el hombre con el que me cruzara en Bosque Azulejo. Contuve las ganas de lanzarme hacia sus
cuellos.
Ghechis actuó con una naturalidad odiosa. Nos dio una
bienvenida amistosa como si nada malo trajese entre manos. Musitó que no se
esperaba que hubiésemos encontrado su base de operaciones de Ciudad Porcelana
tan rápido, pero que tampoco era de extrañar. No me entrometí, dejé que Camus
actuase con diplomatura hasta que escuché un grito. No era humano, pero era una
voz muy familiar para mí. No me costó reconocerla. Justo al entrar había
escuchado un ruido de fondo metálico al que no había hecho caso, pero ahora
empezaba a preocuparme.
“¡Devolvedme a mis pokémon!”, ordené con tono de voz muy
serio al trío de sabios, interrumpiendo a Ghechis en plena habladuría. Y no
pareció gustarle que lo hiciera. Enseguida clavó la mirada en mí, que hasta
ahora pasara desapercibida completamente. Me analizó con la mirada un segundo
para acabar reconociéndome.
-Tú eres la metomentodo del Solar de los Sueños y del Bosque
Porcelana. Creo que también molestaste cerca de Cueva Manantial, ¿me equivoco?
-Devolvedme mis pokémon… soltad a Snivy…-murmuré,
amenazadora, ignorando sus palabras por completo-. Puedo escuchar sus gritos de
desesperación desde aquí. ¿Vosotros no
sois el Equipo Plasma, el grupo que busca la liberación y la felicidad de los
pokémon? ¿Acaso no véis como mis pokémons chillan de espanto encerrados? No me
hubiese importado tanto que los hubieseis liberado, pero sé que los tenéis
retenidos y sufriendo. Siendo así, no entiendo vuestra filosofía: lo que decís
y lo que hacéis no concuerda.
Quizás yo no soy como N y no puedo escuchar la voz de los
pokémon como él, pero no me hace falta, puedo entenderlos con sus gestos y
sonidos sin necesidad de palabras ni análisis. Y podía sentir el dolor y la
frustración de mis pokémon al otro lado de la pared de aquel edificio.
Ghechis me retó con la mirada, y yo se la sostuve con
ferocidad. Al final, soltando un suspiro, renegó de continuar con aquella
tontería.
-Tus pokémon están en la habitación del al lado. Y por
cierto, todo tu equipo pokémon carece de interés. Salvo ese Snivy tuyo, es lo
único útil entre toda esa bazofia de pokémons que llevas contigo.
Uno de los soldados lanzó una bomba de humo que nos dejó a
todos fuera de juego un buen rato. Cuando todo el humo se disipó, el edificio
estaba vacío de arriba abajo. Camus e Iris dijeron ir a buscar pistas por el
edificio. Yo salí corriendo a la habitación de al lado, y Cheren me persiguió.
Era una especie de laboratorio, sacando que lo habían
vaciado por completo. Probablemente Ghechis nos había dado la charla para que
sus secuaces tuviesen tiempo de eliminar toda pista antes de esfumarse. Lo
único que quedaba era, sobre una encimera, dos pokéballs cerradas, una abierta
de par en par y una jaula donde Snivy se agitaba histéricamente golpeándose
contra las rejillas intentando huir. Sus ojos estaban dilatados por el pánico,
con la mirada ida, y su cuerpo estaba lleno de heridas abiertas y sangrando.
-¡Snivy!
Me acerqué corriendo hacia él. Cuando toqué la jaula
reaccionó saltando hacia la esquina más lejana de la jaula, erizándose en
posición ofensiva. Verle tan mal me dejó helada. Tuve que llamarlo por su
nombre varias veces hasta que pareció reconocerme. Forcé la cerradura de la
jaula hasta logar abrirla. Y Snivy, extraño en él, se lanzó a mi cuello,
gimiendo y llorando. Yo le devolví el abrazo, pidiéndole perdón por no haber
sido capaz de protegerles y acariciando su cabeza con cariño.
Su cuerpo empezó a brillar entre mis brazos, dejándome ciega
un instante. Para cuando logré recuperar la vista, entre mis brazos ya no tenía
un pequeño Snivy.
-Servine, has evolucionado…
Servine siguió llorando, acariciando su hocico contra mi
cuello. Miré a Cheren por primera vez. Me dijo que Pidove y Panpour estaban
bien. Suspiré, aliviada. Cogí mis pokéballs, y con Servine en brazos, nos
reunimos con Camus e Iris. Tras contarnos que estaban sin nada, regresamos al
Centro Pokémon. La enfermera revisó el estado físico y mental de mis pokémon.
Pidove y Panpour estaban bien, sin embargo Servine no quiso separarse de mí un
segundo. Pero había dejado de llorar y se había soltado de mi cuello al menos.
No tenía demasiados daños, nada extremadamente grave al menos, pero sí estaba
tocado psicológicamente. Va a llevarle un par de días volver a su actitud
normal.
Estamos todos bien. Mañana, Cheren va a retar a Camus para
conseguir la medalla Élitro. Yo voy a tomarme un tiempo para que Servine se
recupere. Y, además, Camus ha dicho que para mí tiene una prueba especial. Iris
se ha vuelto a casa y del Equipo Plasma no hay rastro en toda la ciudad. Pero
por hoy toca descansar. Con Servine abrazándome. Sí que es novedad, ¿eh?
Un agitado beso.
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