Estoy agotada. Hoy ha sido un día muy duro.
Por la mañana, me despedí de Aloe en el museo, era lo
mínimo. Me regaló un libro sobre leyendas de Teselia para que leyese durante el
viaje a la vez que aprendía sobre la región y los pokémons. Todavía no he
tenido tiempo de echarle un vistazo, pero estoy deseando empezar.
Lancé una última mirada melancólica a Ciudad Esmalte antes
de irme hacia el Bosque Azulejo. Voy a echar de menos esa ciudad.
Cruzar el bosque por la ruta rápida es mucho más veloz, pero
menos interesante. Es una carretera recta y asfaltada con un puente, nada más.
El único interés es hablar con los entrenadores.
Pero nada más salir de él, la impresión de contemplar la
enorme franja de agua que separa el este de Teselia con el centro de la Región
es abrumadora. Y además el enorme Puente Saeta intimida un tanto. En la zona de
descanso me orientaron un poco al ver mi cara de sorpresa, y me puse a caminar
por el imponente puente.