Esta carta es un poco larga. Las siguientes no lo son tanto. Espero.
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Hola mamá:
Sé que nunca se te dieron bien las tecnologías. Incluso el teléfono para ti es una locura. Recuerdo cuando papá lo trajo a casa, aunque yo era muy pequeña. ¡Confundías su sonido con el timbre! Era divertido.
Pero ahora que él ya no está, prácticamente lo tienes abandonado. Y ahora que yo también me he ido, supongo que lo desconectarás por completo. Tampoco es una idea tan mala. Aunque me complicas las cosas un poco.
Como siempre te ha gustado leer, vicio que me has pegado desde niña, pensé que la mejor forma para contarte como estoy es por carta. Así que he decidido ir relatándote mis aventuras con bolígrafo y papel. Te enviaré cartas de vez en cuando, espero que te guste lo que te cuento en ellas. También te iré diciendo por dónde estoy y a dónde voy por si quieres enviarme o escribirme algo. Tan solo tienes que mandarlo al Centro Pokémon de la ciudad de destino. Puedo asegurarte que allí me lo entregarán.
Bueno, no sé si esto es ser un poco pesada, solo llevo un día fuera de casa. Estoy en el centro pokémon, voy a dormir aquí. La enfermera es un encanto y muy amable. Y ahora estoy un poco más tranquila de lo que estaba esta mañana. Bueno, es normal, creo, ya que hoy mi vida ha cambiado por completo. Y aunque ansiaba esto por años, enfrentarme a ello me pone la piel de gallina. Conseguir mi primer pokémon e irme de aventura es algo que solo pasa una vez.
Bueno, no sé muy bien por qué te cuento esto si ya lo sabes, pero algo dentro de mí me pide que empiece a contártelo todo por el principio. Me saltaré los detalles de esta mañana, del desayuno derramado sobre mi ropa y todo eso. Seguro que lo tienes bien marcado en la cabeza. Hoy los desastres se me han acumulado. ¡Perdón!
Cuando la Profesora Encina llegó a casa se me puso la piel de gallina. La mitad por la emoción, esperaba este momento durante años. Pero por otra parte estaba muy nerviosa por el cambio tan brusco que iba a pegar mi vida. Todavía ahora no sé si tendré valor para seguir con esta aventura, me da un poco de miedo, pero intento no pensar en ello.
La profesora me entregó una pequeña caja y me subió a mi dormitorio. De lo que hablamos no lo sabes, estabas en la planta de abajo, y luego con los nervios se me olvidó contártelo. Me explicó un poco sobre los pokémon y sobre los vínculos entre ellos y personas. Luego me dejó abrir la caja. Dentro había una pokéball, una especie de PDA y algo parecido a un reloj digital con pantalla táctil. Me explicó que la PDA era una Pokédex, una enciclopedia portátil de alta tecnología para identificar y clasificar pokémons. Me pidió que la llevase conmigo, que me sería útil para aprender cosas sobre los pokémons, y que así ella también aprendería características de pokémons salvaje, cosa que no puede en su laboratorio. Lo otro era un Videomisor para poder estar en contacto conmigo.
No pude aguantar las ganas de conocer a mi nuevo amigo, así que fui un poco descortés y tan solo dando unas apresuradas gracias salí al jardín de casa y me puse a abrir mi pokéball. Me enamoré de Snivy a primera vista. Es tan elegante, tan hermoso… Me acerqué a él y me presenté, le tendí mi mano, pero me la rechazó con un golpe con la cola de su mano. Parece que no le he caído muy bien y tampoco me obedece si le pido algo. Tengo algunos problemas para amistarme, pero espero que solo sea desconfianza inicial.
Tras un rato, la profesora me enseñó cómo se captura un pokémon y cómo se batalla, y me contó un poco sobre lo que me podía esperar al embarcarme en aquel viaje. Luego me regalaste el mapa de Teselia, me mataste a consejos, cogí mis cosas y me fui antes de arrepentirme por culpa de la melancolía.
Definitivamente, la primavera es la mejor estación para empezar un viaje. La ruta 1 está preciosa, con la hierba verde, el agua pura y las flores. Al principio me asusté al no saber qué esperarme de la ruta. ¡La culpa es tuya por meterme miedo de la hierba alta cuando era niña! Aunque sé que era para protegerme, que si no me cuentas que hay monstruos devoraniños en ella y me confiesas lo de los pokémon, de seguro me tiraba de cabeza a ella.
Ver por primera vez un pokémon salvaje ha sido muy excitante. De cabeza me lancé a capturarlo. Snivy es un tanto rebelde, así que pasa olímpicamente de mí y no disminuye la fuerza. Me ha costado un buen rato capturar mi primer pokémon salvaje, Snivy los debilitaba todos. Por cierto… ¡Es un Lillipup! ¡Por fin he conseguido el perro que nunca me habías dejado tener!
Bueno, mis aventuras por la hierba alta me han tenido entretenida toda la mañana y un poco más. Llegué a Pueblo Terracota, desde donde te escribo, pasado el mediodía. Lo primero que visité fue el Centro Pokémon. Dejé un rato a mis pokémon allí para que los atendieran mientras yo me fui a comprar algo de comer.
Yo y Snivy nos fuimos a explorar un poco la ciudad. La gente es muy amable con los novatos como yo y algunos me han ido aconsejando. Me inundaba la euforia y los nervios. Sin embargo, mi pokémon parecía realmente relajado.
Hacia el final de la tarde sucedió algo extraño. En la plaza de Pueblo Terracota se estaba acumulando un montón de gente. Fui a investigar qué estaba sucediendo, y Snivy se puso un tanto nervioso, o al menos, más serio y frío que su carácter normal. En la plaza había un extraño grupo de gente vestida con ropa que parecía sacada de una cruzada medieval. El líder era un hombre mayor de aspecto soberbio vestido con una extravagante capa que se hacía llamar Ghechis. Dio un discurso de lo más elocuente presentándose como el Equipo Plasma y explicando que la verdadera forma de que los pokémons sean felices es que sean liberados. Han levantado un revuelo tremendo. Hasta ha habido gente que ha dejado libres a sus pokémons tras el discurso.
Yo no sé qué pensar… Todavía soy novata en eso de entrenar y cuidar pokémons, pero la forma de actuar tan reacia hacia mí que tiene Snivy me hace pensar que quizá el Equipo Plasma lleve razón. Porque… ¿No es cierto que obligamos a los pokémons a pelear? ¿No los forzamos a ser capturados debilitándolos, hiriéndolos? Ellos forcejean dentro de las pokéballs cuando lo hacemos. Y los mantenemos encerrados dentro de esas diminutas esferas.
Me inundó el miedo al oír sus palabras. Y uno de los chicos que escuchaba el discurso entre la multitud pareció fijarse en eso. Esperó a que todos se fuesen y solo quedase yo para acercarse a mí. Sus ojos azules me hipnotizaron. Se presentó como N y me empezó a contar que quería la verdadera justicia para los pokémons. Me pidió que combatiésemos para “poder oír la voz de mis pokémons”. ¿Es eso posible? ¿Se puede entender de ese modo a un pokémon?
Acepté la batalla, un poco embotada todavía, pero pronto descubrí mi ineptitud. N resultó ser un combatiente más poderoso de lo esperado. La sincronía con su pokémon era asombrosa, era como si pudiera comunicarse con él sin órdenes… Y no pude ponerme a su nivel.
N terminó el combate antes de que lo mío fuese una derrota aplastantemente humillante. Se fue tan solo diciendo que “no sabía que los pokémons pudiesen decir esas cosas”. Por mi parte, tan solo he podido sentirme con una mezcla de desolación y vacío. Volví con Snivy en brazos al centro pokémon y he estado allí, dándole vueltas al asunto sin tener claro qué posición tomar y a la vez pensando en el enigmático N…
¡Pero no te preocupes por mí! Estoy bien, solo un poco cansada. Ha sido un día de emociones fuertes. Mañana temprano partiré rumbo a Ciudad Gres por la ruta 2. Pienso entrenar duro para que mis pokémons se vuelvan lo suficientemente fuertes para vencer al líder de gimnasio. He decidido que es una buena idea enfrentarme a todos ya que voy de viaje, así podré evaluarme como entrenadora.
Uf, por esta vez ya me he pasado escribiendo. Espero no explayarme tanto la próxima vez, aunque no te prometo nada. Volveré a escribirte en cuando tenga nuevas noticias que contarte.
Un beso y un abrazo desde Pueblo Terracota.
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